.

miércoles, marzo 05, 2014

CORRUPCIÓN Y PARO: MARCA ESPAÑA


.LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES DE APOYO A LAS ÉLITES, SOLO FOMENTARAN LA CORRUPCIÓN, EL TRABAJO PRECARIO Y MAL PAGADO.

Mientras parece que la economía española comienza a crear empleo, esto solo es un espejismo, pues el mismo es precario y temporal. El 76% de las nuevas altas de cotización a la seguridad social se debe a temporeros (recogida aceituna, y hostelería para eventos festivos como carnavales, fiestas y celebraciones), por eso las aparentes luces de la creación de empleo quedan ensombrecidas, sobre todo si tenemos en cuenta, que la cobertura para los parados empeora drásticamente, y que  solo el 8,97% equivale a contratos fijos. Curiosamente Madrid es una de las comunidades en la que suben los desempleados.

Reconozcámoslo, a España le queda una década como poco para que recupere el status social y económico de que gozaban millones de ciudadanos antes de lo que ellos llaman “crisis económica” que las políticas de los últimos gobernantes han aplicado para complacer a la élite pudiente de este país.
Que la UE siga metiéndose en el futuro y vida de los ciudadanos españoles exigiendo al gobierno que aplique medidas más severa en las reformas que tiene en curso me parece de una injerencia insoportable.
 Que se endurezca mas la reforma laboral y se bajen aun mas lo salarios ya no solo es empobrecer aún más a los españoles y privarlos de los pocos derechos que aun le van quedando, es que es un delito de lesa humanidad al ir contra los intereses de la mayoría de la población, máxime cuando cada día se están creando nuevos ricos millonarios en España con el sacrificio y explotación de millones de trabajadores. Me cago en la Troika.

Esta política neoliberal (capitalismo salvaje) es la que va a llevar a España a convertirse en un país tercermundista y bananero. Y no es impensable que las masas tengan que volver a levantarse con el eslogan de “Arriba parias de la tierra”. Parece increíble que la humanidad  involucione para hacer retroceder el pequeño avance que se había logrado con tanto esfuerzo y sacrificio.

El otro aspecto profundamente negativo que representa la marca España es la bochornosa corrupción que ninguno de los partidos quieren afrontar de forma abierta y clara y por mucha imagen de cohesión y tranquilidad que el PP y PSOE quieran aparentar, en el fondo se traslucen las cloacas del poder marcadas por las tramas de corrupción que a raíz de las informaciones publicadas por la prensa, afecta mayoritariamente a la formación que se esconde tras las puertas de Génova, con los casos de la Gurtel y Bárcenas.

Decir que el ejercicio de transparencia y ejemplaridad dado en este aspecto por el PP ha sido ejemplar, y que el ciudadano lo aprecia positivamente, nos suena a chiste cuando no a burla.

Hasta Esperanza Aguirre ha manifestado que se siente abochornada por el grado de corrupción en las filas del PP y que los políticos honrados (que los hay), están profundamente avergonzados e indignados.
Las políticas de connivencia con los defraudadores con la amnistía fiscal, la politización de la justicia, y las zancadillas a los jueces para que no juzguen y metan en la cárcel a los poderosos imputados, poco ayuda a la pérdida de confianza de los ciudadanos hacia los políticos e instituciones

Lo que tiene que hacer el PP si quiere recuperar la credibilidad es afrontar esta situación con hechos claros, transparentes y positivos, aunque afecte a lo más nutrido de su equipo.

 La corrupción debe ser combatida sin interferencias del poder político y castigar tanto al corrupto como al corruptor. Combatiendo esa complicidad activa en la corrupción, pero sobre todo debe ser combatida también por la ciudadanía en las urnas, poniendo en su lugar a los corruptos. 
Que parte del electorado de un partido le sea indiferente y siga votando a un partido sumido en la corrupción, que le permita renovar a esos mismos políticos, es de una irresponsabilidad propia de  aquellos que no tienen ni ideas, ni personalidad, ni criterio en sus vidas y solo obedecen como un rebaño la voz de su amo, sin pensar en las consecuencias que se derivan de la tibieza, desidia y responsabilidad a la hora de votar.